domingo, 24 de julio de 2022

Materiales


 Sé que dentro de esta casa los objetos rotos guardan sus quimeras

en saquitos usados de café que no limpio. Debería barrerlos. Los escondo en la alacena.

De día las quimeras se hacen cómplices de las tazas, de los frascos, de las puertas,

hacen ritos donde escupen juntas contra la dictadura del movimiento y de las luces,

mientras esperan que la noche salga del baño y del resto de las habitaciones.

Pero a veces no la esperan. Se liberan solas cada septiembre en los aniversarios de la muerte 

y festejan bailando entre cactus, semillas y la inutilidad de algunos muebles

hasta que llegan los muertos que reclaman las cenizas que todavía no han sido enterradas

y la fiesta termina en la búsqueda del alma que los monstruos han dejado en alguna parte.

Sobre los objetos quedan cenizas que corresponden un poco a todos nosotros.

Lo sé porque me choco constantemente con esos muebles al limpiarlos.

Los bordes de los muebles se hacen más agudos en las letras de aquel nombre

que a su vez nombra el miedo, el símbolo, la sangre, lo ajado del sol, a veces,

y la luz que se apagó de golpe cuando de golpe se agotaron todos los materiales

que desaparecen al fin cuando limpio la alacena, los saquitos, las cenizas, las quimeras.

Solamente entonces sé que es seguro abrir la puerta de esta casa.

Solamente aquellos que limpian y ordenan la casa con sus propias manos

saben de qué están hechas la memoria, la mierda y el resto de sus mugres.