lunes, 19 de septiembre de 2016

Tres veces




Hicieron falta tres funerales
(dos abuelos
y un padre)
para que me preguntes
si necesitaba algo.
Y de la vida necesitaba respuestas
y de la muerte  necesitaba retornos
y del reloj necesitaba
que se quedara quieto en el segundo previo
del antes.
Y de la carne necesitaba que su frío
no fuera un frío tan distinto a los otros
pero lo era.
Y de mi madre necesitaba esos jazmines precisos
que acomodó sobre las manos
que no podían agarrarlos.
Y de las tapas de los cajones
que no masticaran los restos
cuando se cerraran sus fauces.
Y necesitaba no preguntarme estupideces
como quién bordará los encajes finales
o pondrá las tachuelas doradas
de los bordes, o si al hacerlo
imaginarán qué cuerpo menudo
tenía la vieja de hoy
que cabe en este nido tan chico.
Pero de vos necesitaba
solamente que preguntes
lo que esta vez preguntaste.

A lo mejor ya lo habías preguntado antes.
A lo mejor hicieron falta tres funerales
para que vos lo gritaras tres veces
y yo pudiera escucharte.


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