martes, 6 de septiembre de 2016

Visitas



    Suena mi timbre y salen a abrir los senegaleses. Descubrí que no es casual. Inventaron un sistema que tiene en cuenta:
* que el mío suena (el de ellos no) 
* que sus invitados saben que es un timbre ajeno (lo vi en sus caras) 
* que mi vecina/o baja enseguida (yo suelo demorarme). 
    A veces pienso en adelantarme y arruinarles alguna parte del plan, o imagino si los vecinos pondrán la misma cara de desconcierto que yo, cuando bajan y no es para ellos sino para mí. 
    Pero el sistema nunca les falló. 
    Ya no intento abrir, prefiero que lo hagan ellos. En algún lugar del tiempo mi timbre cambió de amo. Y probablemente asesinó también a todas las visitas que no llegan.



No hay comentarios:

Publicar un comentario