martes, 28 de diciembre de 2021

Destiempo

 


Me siento en esta gran sala de espera

que se abre especialmente a la noche.

No tengo turno. No sé a qué vine.

Sólo sé que tengo dos o tres poemas de hielo atragantados

que están cosidos con hilos de invierno

pero se escribieron durante este verano.

Y mientras todos saltan en sus piletas doradas con piel de lona

yo espero en esta sala a que lleguen mejores climas

para poder escupir esto que me cruza la boca y me la congela.



sábado, 18 de diciembre de 2021

Sin título (diciembre)

 

Las ruedas del afuera van por autopistas recién pavimentadas.

El mundo está trepado a un inflador que le saca oxígeno a las almas.

El mundo duerme con miedo que evita gracias a las luces prendidas 

de un faro que le roba reflejos a la luna.

No importa el origen:

el aire y el brillo tintinean, afuera.

El baile transcurre, afuera.

Adentro mis cosas detenidas. Mi pozo, mi silencio.

Mientras tanto, afuera,

tus cosas suceden.



Sin título (noviembre)


Por qué no dejamos que las cosas

prueben de morirse, de una vez

por todas, de una vez inmensa.

Morirse en todos los sentidos de la muerte,

en el sentido en que entendemos

la muerte, vos y yo, en el punto sagrado

donde uno se pone de acuerdo al fin

en que morir es un final y punto

y no haciéndolo como los gatos

que traen pájaros muertos a nuestros pies

como si fueran regalos, como pruebas de fe

que recuperan un hilo de belleza

dentro del espanto

mientras juran que el amor existe

dentro de lo inerte,

mientras juran que la muerte puede ocultarse en los espejos

cuando  llamamos equivocadamente casa

a estos equivocados escombros entre las manos.



Lamento (Louise Glück)


Sucede algo terrible: mi amor

se está muriendo otra vez, mi amor que ya se ha muerto:

murió y ya lo lloré. Y sigue la música,

la música de la separación: los árboles

se convierten en instrumentos.

Qué cruel es la tierra, los sauces resplandecen,

los abedules se inclinan y suspiran.

Tan cruel, y tan profundamente tierna.

Mi amor se está muriendo, mi amor,

no sólo una persona, sino una idea, una vida.

¿Para qué voy a vivir?

¿Dónde volveré a encontrarlo,

sino en el dolor, madera oscura

con que se hace el laúd?

Una vez ya basta. Una vez basta

para despedirse sobre la tierra.

Y para estar de luto, también.

Una vez basta para despedirse para siempre.

Los sauces resplandecen junto a la fuente de piedra,

junto a los senderos de flores.

Una vez es suficiente: ¿por qué vive de nuevo?

¿Y por qué tan efímero, sólo en un sueño?

Mi amor se está muriendo: la despedida ha recomenzado.

Y a través de los velos de los sauces

la luz del sol asciende y resplandece,

no la luz que conocimos.

Y los pájaros cantan otra vez,

y la tórtola viuda, también, canta.

Ah, ya he cantado esta canción. Junto a la fuente

de piedra los sauces cantan otra vez,

con ternura indecible, mientras mojan sus hojas

en el agua radiante.

Es claro que lo saben. Él se muere otra vez,

igual que el mundo. Se muere por el resto de mi vida,

para que así yo lo crea.



Sin música (John Montague)


Voy a contarte una dolorosa verdad, poco entendida

es más difícil irse que ser dejado:

quedarse, irse, ambas cosas lastiman.

 

Siempre me tendrás a mí para la culpa,

puedo soñar que podríamos haber navegado;

de la costilla de la ausencia, una cálida ficción.

 

Para arrancar de raíz al viejo amor

y pisotear los afectos del pasado:

no existe música para una canción tan dura.