lunes, 6 de octubre de 2025

Charles Bukowski - La historia de un tenaz hijo de puta

Una noche llegó hasta la puerta mojado, flaco, golpeado y aterrado

un gato bizco y sin cola

lo llevé adentro le di de comer se fue quedando

y me iba tomando confianza hasta que un amigo

estacionando el auto en la entrada

le pasó por encima,

llevé lo que había quedado de él al veterinario que me dijo:

"no hay muchas chances… dale estas pastillas… tiene la columna

quebrada, pero ya se la había quebrado antes y de alguna manera

se le arregló, si sobrevive no volverá a caminar,

mirá esta radiografía, alguna vez le dispararon, fijate, los perdigones

todavía están ahí… además, alguna vez tuvo cola y alguien

se la cortó…"

Traje al gato de vuelta, era un verano caluroso, uno de los más

calurosos en décadas, lo instalé en el piso del baño,

le puse agua y le di las pastillas, no comía,

no tocaba el agua, yo me mojaba un dedo,

le humedecía la boca y hablaba con él, no salí a ninguna parte,

pasé un montón de tiempo en el baño, le hablaba,

lo tocaba con suavidad y él me miraba

con esos pálidos ojos bizcos y con el correr de los días

hizo su primer movimiento,

avanzó a rastras con sus patas delanteras

(las de atrás no le funcionaban),

llegó hasta su caja de arena

y se metió reptando en ella,

eso fue como la trompeta que anunciaba una posible victoria

sonando en ese baño y en la ciudad,

le conté a ese gato que yo también la había pasado mal,

no tan mal pero sí lo suficientemente mal,

una mañana lo consiguió, se paró, se volvió a caer

y se quedó mirándome.

"vas a poder", le dije.

Siguió intentándolo, se levantaba, se caía, al final

caminó unos pasos, parecía un borracho,

las patas de atrás sencillamente no querían andar y se volvía a caer,

descansaba y se volvía a parar.

Ustedes ya saben lo que sigue: ahora está mejor que nunca, bizco

casi sin dientes, pero la gracia está de vuelta

y esa mirada que nunca lo abandonó…

A veces me hacen reportajes, quieren escuchar acerca

de la vida y de la literatura y yo que estoy borracho, alzando a mi gato bizco,

baleado, atropellado, descolado, les digo: "miren, miren esto"

Pero no entienden, preguntan cosas como: "¿dirías

que estás influenciado por Celine?"

"¡no!" y levanto al gato "¡estoy influenciado por lo que pasa,

por cosas como ésta, por éste, por éste!"

Sacudo un poco al gato, lo sostengo

en la luz neblinosa y borracha, él se relaja, él sabe…

y entonces se termina la entrevista,

a veces me siento orgulloso cuando después veo las fotos,

ahí estoy yo y ahí está el gato y nos fotografiaron juntos.

él también sabe que todo eso es una estupidez pero que de algún modo ayuda.

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