Me dejo atravesar por las sinestesias
de una fuente con naranjas.
Esta buena predisposición hacia las cosas
sólo puede ser el sol que vuelve
acarreado por la fe.
Espero. Miro. No sé
si es jugo lo que quiero.
Creo en que la inmensidad crece
mientras la espera se mueve renga,
como los ovillos de lana de mi gata
que andan dispersos por el piso.
También creo en que este zigzag,
y estas ganas extrañas de naranjas,
sólo pueden calmarse mordiendo a la vez
los gajos
las semillas
la cáscara
y la bolsa
que todavía guarda su olor.
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